Cuando digo que se pueden evitar lamentaciones, es simplemente por el hecho de que las desilusiones siempre vienen acompañadas de algún grado de lamentación o sufrimiento. Darse cuenta de que las cosas no son como se espera, o que las personas no son como se muestran produce esa sensación de desilusión, y ahí es donde el escepticismo se alza como estandarte y escudo.
Si veo en el cielo un objeto luminoso que realiza extraños movimientos podría pensar que es un ovni, un platillo volador, un nave tripulada con seres de otro planeta. Pero luego de que los expertos analicen las imágenes fotográficas o de video de ese objeto, se concluirá que es un volantín iluminado por las luces de la ciudad. Todas las expectativas hechas respecto a la vida en otros planetas se derrumba como castillo de arena y aparece la desilusión.
Si ese ejemplo lo llevamos a la vida diaria, el efecto es el mismo. No creer es mejor. No creer en algo o alguien evita que la caída sea tan brusca y dolorosa, porque vamos a encontrarnos con muchas "luces de colores que realizan extraños y llamativos movimientos" pero que a final de cuentas sólo serán volantines iluminados por las luces de la ciudad.
Nunca voy a entender por completo las extrañas motivaciones que algunas personas tienen al momento de hacer cosas supuestamente "bien intencionadas" y que a la larga terminan siendo dañinas. Puede que haya cierta explicación en la búsqueda que estas personas tienen de satisfacer ciertas carencias, afectivas o sociales, que los impulsan a mostrar una falsa imagen ante quienes les rodean, y son estos mismos individuos que les rodean quienes alimentan esa imagen distorsionada. El efecto producido es una falsa idea de la realidad, tal como en la "Alegoría de la Caverna" de Platón (sorry el que no la cacha, pero no todo es webeo en la vida)
El escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda y que asegura que absolutamente TODO es subjetivo. Eso es lo que más me gusta. Saber que existe un fundamento filosófico para mi modo de ver las cosas. Los escépticos creían que la paz del alma estaba dada por la suspensión del juicio (epojé), es decir, no emitir juicios, sino exclusivamente opiniones. Pero ojo, aprender a suspender el juicio, al menos provisoriamente, no implica abstenerse de pronunciarse u opinar posteriormente.
Evitar sentirse perturbado por las acciones que "bien intencionadamente" realizan las personas a tu alrededor y que de alguna manera, conciente o inconciente, te cagan la vida, es una práctica complicada. Alcanzar tal grado de imperturbabilidad (ó adiaphora) es casi una habilidad zen, digna de monjes budistas. Pero no por eso no se va a intentar, o al menos, practicarla en un grado elemental.
Aléjate de aquello que te hace daño, es un sabio consejo, sobre todo si reemplazamos "aquello" por "aquellos". Dime con quien andas y te diré quien eres, un sabio refrán; y el escepticismo una sana manera de vivir la vida.
Por ahora, sólo quedo en divagaciones, pero también suspendo momentáneamente el juicio para evitar confrontaciones, hasta que llegue el momento de pronunciarme.
Mientras tanto, que vuelen los volantines.
Mientras tanto, que vuelen los volantines.