Chile: Una nueva era

Sin duda fue una semana extremadamente cuática la que vivimos en Chile. Hemos sido testigos del fin de una era. La muerte de Pinochet es un hecho histórico que no deja indiferente a nadie. Sin distingos de color político, el fallecimiento de un personaje que marcó a fuego su presencia en la historia de nuestro país, significará -o al menos debiera significar- profundos cambios que quizás permitan a la adolescente sociedad chilena convertirse en una sociedad adulta.

Y haciendo el análisis objetivo, con respecto a la última polémica suscitada a raíz de Mr Pinochet (si hacer o no hacer funerales de Estado) creo que el funeral castrense era suficiente, además éste fue bastante emotivo y solemne, o sea, como acto fue muy bonito (guardando las proporciones por supuesto, sin perder de vista que estábamos velando al autor intelectual y cómplice de varias muertes de chilenos y chilenas). Quizás un funeral de Estado hubiese ocasionado mas disturbios y heridos, y hubiese sido muy difícil para la presidente Bachelet, rendir honores a quien fue responsable de la muerte de su padre. ¿Gesto de grandeza? no lo sé. Un gesto de grandeza también hubiese sido en su momento entregar la información del paradero de centenares de desaparecidos.

El punto negro fueron los exaltados de ambos bandos: pinochetistas hiperventilados agrediendo a la prensa, realizando saludos nazi y atacando descompensada y soezmente a quien opinara distinto; y por otro lado; gente de izquierda celebrando burlonamente la muerte de un viejo tecla, diabético y cardiópata (y demente, según sus abogados) que ya no era ni la sombra de aquel temido dictador de los 70 y 80. Ahora ojo, no cabe ninguna duda de que la muerte de Pinochet era esperada con ansias por miles de familiares de detenidos desaparecidos y sobrevivientes de las torturas de la dictadura, llegando a ser justificable hasta cierto punto su júbilo al ver que la figura que encarnaba todo su odio y resentimiento se borraba definitivamente de la faz de la tierra.

Dicen que había un manifestante que gritaba: "¡No lo entierren en Jerusalén! ¡Cualquier cosa, pero menos que lo entierren en Jersusalén!"

Cuento aparte los infiltrados de siempre que aprovechan todo tipo de manifestaciones (protestas estudiantiles, protestas laborales y triunfos deportivos) para saquear tiendas, destrozar mobiliario público y agarrarse con los pacos. Flaites, Cumas, pungas, lumpen o como los quieran llamar, no hacen más que mostrar la hilacha y enseñar al resto del mundo que de jaguares no tenemos nada.

Bueno, Pinochet murió. Esperemos que las manifestaciones a favor y en contra del ex dictador hayan sido el desahogo que los chilenos (chilenos todos, de derecha e izquierda) esperaban desde hace años y que ahora demos paso a una nueva era, donde reine la tolerancia, la reconciliación y la visión de futuro.

¿Y tú? ¿Donde estabas cuando sucedió este hecho histórico? ¿Cómo te enteraste?
Y ¿Qué sensación te deja?

PD: Finalmente, de tanto hinchar y gritar que a Pinochet no lo enterraran en Jerusalén; los carabineros detuvieron al manifestante, y al subirlo al carro le preguntaron porqué gritaba eso de que no lo entierren en Jerusalén, a lo que el viejito respondió. "Es que ahí ya enterraron a uno y resucitó al tercer día!"